Aquí te dejo el testimonio de Laura, una mujer muy generosa que quiere compartir su experiencia de lactancia con todas nosotras, un regalo 💝.
«Nada más nacer, pudimos hacer piel con piel. Enseguida se agarró al pecho y empezó a succionar. La primera sensación fue… “Wow! Que fuerza tiene en la boca esta criatura tan pequeña!”. Nació de noche y esa noche pudimos descansar, durmió bastante. La segunda noche en el hospital, fue peor: yo sentía que lloraba porque tenía hambre y yo no sabía colocármelo bien. Pedia ayuda y todo el tiempo venían las enfermeras, me lo colocaban, una breve explicación y listos. Tuve que pedir en reiteradas ocasiones que quería ver a la asesora de lactancia, pues yo quería aprender a colocármelo yo sola. Tuve que decir que no iba a firmar el alta hasta que no la viera. Finalmente accedió, pero tuve que insistir bastante.
Una vez en casa, al cuarto o quinto día tuve la famosa subida de la leche. Mientras, fuimos tirando bien con el calostro qué salía. Se me pusieron los pechos duros como piedras, sentía que me iban a explotar. Iba chorreando leche por todos sitios y a todas horas. Camisetas empapadas, sábanas empapadas, gotas por todo el suelo. Pensé que eso iban a ser los primeros días, pero así fue mi lactancia durante los 3-4 primeros meses. Bastante incómoda. Incluso antes de darle teta, tenia que ir al baño para vaciar un poco con las manos en la pica del lavabo, ya que mi hijo se atragantaba de tanta presión que salía. Mientras le daba un pecho, me salía a chorros por el otro, tanto como para llenar medio vaso. Leí que esa sobre producción podía ser un problema de mal agarre. Fui a la comadrona y a grupos de lactancia, y me decían que podía haber frenillo dudoso, pero aparentemente todo iba bien. Me decían que a los 3 meses se regularía. Tardé un poco más pero así fue. Luego estuve hasta el año más o menos utilizando discos de lactancia, ya que sino mojaba la ropa. Por suerte eso es lo peor que he pasado, nunca me llegó a salir ni una grieta ni una mastitis, como mucho, un poco de ingurgitación.
Iba a los grupos de lactancia y me sabía mal explicar lo que me pasaba, pues a la mayoría de mujeres “no les salía leche” y a mi me salía en exceso. Un día, hablando sobre conservación de la leche, expliqué un poco lo que me pasaba. Hasta ese momento, me ponía un trapo en el pecho y lo empapaba de la leche “sobrante” y a lavar. Y venga a lavar muselinas y toallas! Hasta que una mujer me dijo “esa leche es oro líquido! Guárdala, nunca sabes si la puedes necesitar”. Así pues, empecé a utilizar unos recolectores en forma de coquito. Se rebalsaban en medio minuto y me ponía chorreando. No era suficiente. Así que me compre un recolector más grande, como un biberón. Entonces si. Ahí empecé a recolectar y guardar leche. Empecé a llenar sobres y sobres. Que iba a hacer con tanta leche?. Entonces empecé a averiguar sobre cómo hacerme donante. Contacté con el Banc de Llet y me hice. Me maravillaba la idea de poder ayudar a bebés prematuros con mi leche. También ofrecí en alguna ocasión mi leche a alghuna mamá del grupo de lactancia, desde mi total humildad y desde la inseguridad de no saber si eso estaba bien o no. Me miraron con cara de loca. Al cabo de los días, vi que un equipo de comadronas de partos en casa, buscaban madre lactante que donara su leche. Era para una mamá que tenía baja producción y su bebé necesitaba un suplemento, y ella prefería que fuera leche donada a leche de fórmula. Wow! Que valiente, pensé. Yo no sé si le daría leche a mi hijo de una desconocida. Pero bien, yo me había hecho todas las analíticas para hacerme donante y estaba bien y sana, así que ofrecí mi banco de leche. Por ese entonces, mi hijo tenía unos 3 meses y yo tenía leche congelada desde sus 20 días. Así que mi leche de aquel entonces, tenía los componentes adecuados para aquel bebé, que tenía días de vida! Le doné un par de litros de leche, en sobres. A las semanas, volvimos a quedar y le volví a donar. A día de hoy, ese bebé ya tiene el año y siguen con lactancia materna! Gracias a la voluntad de esa madre y ese bebé y a las donaciones de algunas mamás, conseguimos salvar esa lactancia.
Seguí guardando leche, por lo que pudiera pasar. Y cuando mi hijo tenía 6 meses, nació el hijo de mi prima, al cual tuvieron que ingresar a los pocos días por una bronquiolitis. Mi prima, en pleno posparto, sin bebé con ella y con otra niña de 2 años en casa, no llegaba a hacer todas las extracciones para alimentar a su bebé con leche materna exclusiva. Así que ahí volví a ofrecer mi banco de leche y ella aceptó. Nuevamente, otra lactancia salvada. Entre Las dos llegamos a sacarnos lo que el bebé necesitaba.
Sabemos que nuestra abuela también tuvo mucha leche y alimentó a medio pueblo en aquel momento. Las mujeres de esta familia, todas, hemos tenido siempre bastante leche.
La conclusión de todo esto, es que cuántas lactancias se salvarían si hiciéramos más tribu y nos ayudáramos más entre las mujeres. Yo tenía “exceso” de un bien muy preciado, mientras otras mujeres necesitaban complementar con leche de fórmula, la cual es infinitamente peor para los bebés (y para nuestros bolsillos). Pero por qué esto no se promueve más desde el sistema sanitario? Incluso pensé en abrir un banco de leche donde hubiera gente que se ofrece y gente que necesita, ya que los bancos de leche solo funcionan para bebés prematuros. Que fácil es abandonar cuando no tienes la información y la ayuda necesaria…
A día de hoy mi hijo tiene 15 meses y por suerte nunca ha necesitado un biberón ni un suplemento de nada. Siempre ha tenido mi pecho disponible. Yo me incorporé a trabajar a media jornada (agrupada en 3 días) cuando él tenía 10 meses, así que sólo dejó de hacer la toma de media mañana 3 días a la semana. Nunca quiso mi leche en vaso, ni en bibe y nosotros tampoco insistimos.
Echando la vista atrás durante estos 15 meses, solo puedo decir que me siento muy satisfecha y feliz de haber llegado hasta aquí. Y no veo el momento de dejarlo, a pesar de lo sacrificado que es. Hay momentos muy duros y de mucha demanda, sobretodo por las noches o cuando está enfermo. Pero hay los mismos o más momentos preciosos, de conexión, de miradas, de caricias, de besos… intento disfrutar al máximo todas y cada una de las tomas, pues si miras toda una vida, que son 2 o 3 o 4 años de lactancia? Nada y menos… y todo pasa. Por no hablar de la comodidad que supone llevar la leche “encima” en todo momento… que tiene hambre, teta, que tiene sed, teta, que necesita consuelo, teta, que está malito, teta… y así, teta para todo. Mucho más que alimento, la lactancia es, sobretodo, relación, abrazo, consuelo, caricias, cariño, placer… oxitocina a raudales.
Así pues, mi intención es seguir disfrutando de esta lactancia y a día de hoy digo que me gustaría que el destete fuera algo progresivo, respetuoso y decidido por ambos. Veremos a ver!»
Mil gracias Laura por tu testimonio, por compartirlo con todas nosotras y por confiar en mi para trasmitirlo 💖. Ha sido un placer y un privilegio poder leer.
🌺 Muchas gracias.
Un abrazo inmenso.